La eficiencia de un motor con turbocompresor está directamente influenciada por la temperatura del aire de admisión (IAT) y la contrapresión en el sistema. Un aspecto crucial, pero a menudo pasado por alto, es tener un flujo de aire suficiente antes del compresor para evitar la sobrecompresión. Menos vacío y aire más frío permiten que el turbo produzca una mayor potencia, lo que al final significa más aire para la admisión, lo que se traduce en ganancias de potencia notables.
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